24 oct 2007

PASAJES

Hay pasajes en la vida
que te alegras de vivir.
Otros que no los deseas
ni siquiera recordar
y mentalmente te esfuerzas
en poderlos olvidar.
Y es que el Mundo es así...
Tiene cosas que te agradan
y que te hacen feliz.
Otras que las odias tanto
que no las puedes sufrir.
Y entre sí y el no andamos
inmersos con gran ceguera
como inmenso remolino
formado por la marea.
Cada ser en su cabeza
da vueltas a tantas cosas
que no acierta a definir
cual es más beneficiosa.
Hacemos dudar la mente
que se vuelve recelosa,
lo mismo que un marido
que no fía de su esposa,
no se atreve a decidir
y se vuelve muy medrosa.
Con tanta indecisión
no me extrañaría nada
que cada uno de nosotros
se aferrara a sus creencias
para terminar con todo
y con los miedos que le acosan.
Tenemos que ser conscientes
de que esto no es vivir,
poner en orden la mente
y dejarla decidir.
Sin agobios, sin premura,
con entera libertad,
que le hagamos comprender
de que vamos a cambiar,
que seremos mas sociables,
sin egoísmos, sin mentiras,
y así se esfuerce en sacarnos
de este enorme remolino
antes de que nos arrastre
a un final sin destino.
Xilxes, julio 2007

PARA EL AMOR DE MI VIDA

Una mente atormentada
fué la mía, vida mía,
hasta aquel bendito día
en que tú viniste a mí.
Desde entonces, cielo mío
siento una dicha infinita
que dentro de mí se agita
y cobra nueva vida en mí.
Ese ansia por vivir,
que despejó el horizonte,
ví las cosas más diáfanas,
cobra nuevos intereses,
este cuerpo por vivir.
Todo esto entre otras cosas
te agradezco, niña mía,
porque con tu sola entrega
has cambiado mi existir.
No me canso de adorarte
de darle gracias al Cielo
que al unir nuestros destinos
le dió vigor a mi cuerpo.
Y aunque sé que estoy despierto
es tan sublime mi dicha
que soñando creo estar.
Y creetelo, vida mía:
no imagino mi existencia
si agotaras tu querencia
y me llegas a olvidar.
¡Por Dios, que no suceda jamás!
Vlc. 22/2/2007

MAR TRANQUILA, DULCE MAR

¿Cuántas veces me he pasado
horas y horas contemplando
el suave romper de las olas
que vienen del profundo mar?
¡Ni siquiera lo recuerdo!
Pero muchas, muchas sí que han sido.
Cuando medio adormecido
respiraba los eflujos picantes
de sodio, salobre y algas
que dejaban en la orilla
cuando llegaban a la playa
cansadas de su largo peregrinar.
Al llegar se deslizaban
formando pequeñas olas
y volvían a empezar,
alejandose de nuevo
con murmullos de caracolas,
sin ruidos, sin estridencias
que pudieran molestar.
¡Y yo medio convencido
de que los dulces sonidos
que embotaban mis sentidos
y me invitaban a soñar
eran cantos de sirena
que producían las olas
en su contínuo chocar!
Llegué a obsesionarme
y ver hermosas sirenas
montadas sobre los lomos
de caballitos de mar.
¡Era todo tan bonito!
Me sentía tan a gusto,
más que a gusto, relajado
por poderlo contemplar.
Recogiendome en mi mismo
dejé volar mi imaginación
llegando a la conclusión
de que estas pequeñas cosas
no hay que dejarlas pasar.
¡Hay que vivirlas, disfrutarlas!
Porque en nuestra corta o larga vida
son las que recordaremos
y las que nos llenen de paz.
Y con estos pensamientos
me arrebujé en mi toalla,
cerré mis cansados ojos,
y me dispuse a soñar.
Xilxes, julio 2007