Qué triste es ver hacer leña
del viejo árbol caído.
Mas triste es ver que calienta
la mano que lo ha abatido.
Un árbol no podrá pensar,
pero sí podrá sentir.
¿Acaso no es un ser vivo?
¿No puede sentir dolor
cuando clavan en sus carnes
el hacha del leñador?
Debemos velar por ellos
¿y por qué no respetarlos?
pues con su sola presencia
no hacen mas que beneficiarnos.
Limpia la atmósfera de ozono,
atrae la lluvia, cobija las aves,
un sinfín de seres vivos
se alimentan de sus hojas, sus frutos,
entre ellos nosotros,
depredadores humanos.
Cobijamos nuestros cuerpos
cuando llueve o hace sol.
Sus ramas y hojas secas
para calentarnos son.
Y con tantos beneficios
¿por qué los aniquilamos?
Fertilizan el terreno,
siembran la tierra de verde,
con su polen ponen vida
donde antes no existió.
¡Cuéntame tú, viejo roble!
¿Te agobia tanto la pena?
¿Es tan profundo el dolor
al sentir entre tus carnes
el hacha del leñador?
Es tan grande tu nobleza
que no quieres señalar
con tus sarmentosas ramas
la mano que te ha abatido.
¡No pidas que los perdone!
Eso nunca lo haré yo.
¿Y todo esto por qué?
Por el lucro de unos cuantos
que no piensan mas que en ellos
aunque hagan de la Tierra
un planeta sedentario.
¡Qué triste es ver hacer leña
del viejo roble caído!
Más triste es ver que calienta
la mano que lo ha abatido.
Esto no tiene perdón,
tampoco tiene sentido
que tenga que ser el árbol
el ser que más ha sufrido
la codicia de los hombres
y ser el más perseguido.
10/11/07