23 oct 2008

¿QUIÉN NO HA TENIDO SUEÑOS?

¿Quién no ha sentido desmorronarse esos sueños?. Cuando eres joven, piensas muchas veces que estás predestinado a algo grande y buscas una señal, como una estrella fugaz, una marca en el cuerpo... como por ejemplo una mancha que se asemeje a algún animal, algún apéndice en las manos o en los pies o algo que no tengan los demás, como yo, por ejemplo, que tengo seis dedos en el pie derecho. Cuando era pequeño me sentía orgulloso de tener algo que los demás no tenían y no podrían tener nunca, porque eso nos lo da la madre Naturaleza. Siempre me sentí orgulloso de tener lo que algunos tachan de defecto de fabricación, y siempre he creído que era una señal de buen augurio, y hasta hoy lo sigo creyendo (pero menos), porque con setenta y cuatro años se van perdiendo muchas cosas, y entre ellas las creencias y las ilusiones de que sea una señal de algo bueno. Hasta ahora lo único bueno es que no me molesta al ponerme el zapato. Es verdad: jugaba a la lotería, y me tenía que salir porque tenía seis dedos; en cualquier juego de azar tenía que sonreirme la suerte porque tenía un pie casi de palmípedo. Uno de mis números favoritos siempre ha sido el 21 por eso de tener 21 dedos y siempre he tenido la esperanza de que era una señal de buen augurio, pero que si quieres arroz, Catalina. Ni una puñetera vez me han dado una satisfacción. ¡Ah, no!, sí que me han dado alguna, casi lo olvido: cuando voy a la pedicura, que me cobra lo mismo que al que tiene 20 dedos. ¡Ah!, y cuando era pequeñín, que me ganaba algunos cromos de futbolistas quitandome el calcetín y enseñandoles el pie a otros críos como yo. ¡Parecía un mono de feria! Por lo demás no he tenido otras satisfacciones con la dichosa señal. Pero como no me molesta y sigo pensando que tengo algo que no tienen los demás... Hasta me estoy pensando cuando esté de cuerpo presente en el tanatorio y hasta que me incineren, que me dejen con el pie desnudo y que cobren entradas por ver el pequeño fenomeno, a ver si así se saca algo de provecho aunque sea al final, para no sentirme defraudado. (Es una broma, pero me lo estoy pensando)
25/02/2007

EL SER DEFORME

En un pueblo de montaña
cerca de ningún lugar
un ser deforme y maltrecho
tenía una fundición.
Con gran cabezonería
se empeñaba en darle forma
al bronce que al rojo vivo
salía de su crisol.
Mientras lo hacía se lamentaba
con gritos de desesperación,
mirando al cielo clamaba:
¿por qué me haces esto, Señor?
¿qué ofensa tan grave os causé?
¿a qué mandamiento os he faltado,
que no merezca vuestro perdón?
Tengo un corazón tierno, tú lo sabes.
Sentimientos nobles, dignos,
estoy pronto al sacrificio,
siento en mis maltrechas carnes
el daño que otros padecen,
y no lo puedo remediar.
¿Por qué Señor no me puedes perdonar?
Todas estas reflexiones
se hacía el maltrecho ser
golpeando con gran rabia
y dandole con presteza forma
a un enorme corazón,
con el bronce al rojo vivo
que salía de su crisol.
Con tanta rabia lo hacía
que hasta el yunque partió.
¡Dame refugio, Señor,
solo puedo confiar en tí,
no puedo ver a otros seres
sin que se burlen de mí!
Hazme un lugar en tu regazo
para empezar a vivir.
13/08/2008

EL SER MALTRECHO

Con este maltrecho cuerpo
no consigo disfrutar
de las cosas de este mundo
que disfrutan los demás.
¿Por qué me hiciste así, Señor,
con este cuerpo deforme?.
¿Acaso hice algo innoble
que no me quieras decir?
Yo te lo ruego, Señor,
llevame contigo adonde
pase desapercibido
de las burlas de los hombres
y consiga tu perdón.
Por favor, hazlo Señor,
y te estaré eternamente agradecido
por tener en esta vida
una esperanza de amor.
Que terminen mis desdichas
que no me sienta desgraciado,
que pueda asomarme al mundo
para ver salir el sol
y gritar con todas mis fuerzas
¡ También soy hijo de Dios!

13/08/2008