6 oct 2007

DIÁLOGO ENTRE AMIGOS (personajes D. Pedro y D. Diego)

Lugar: la plaza de un pueblo cualquiera.



Don Pedro: ¡Hermoso día tenemos, Don Diego!

Don Diego: Hermoso en verdad antes de topar con vos.

D.P: ¿Qué queréis insinuar? ¿Acaso influyo en el tiempo?

D.D: Ruego que me perdonéis. Yo no quise decir eso, pero ya que lo pensáis, levantad la vista al cielo. Ved que se está cubriendo de nubes como borregos, y eso no es culpa mía.

D.P: ¡No, no! la culpa ha sido mía por creer que vuestra educación era pareja a la mía. Veo que no es así y os pido perdón por la torpeza , por no reconocer a tiempo a un burro o a una oveja.

D.D: ¿Acaso me comparáis con esas bestias, Don Pedro? Pues sepa vuestra merced que cualquiera de esas bestias es mucho mas noble que vos.

D.P: No quise decir tal cosa, pero quiero seros franco. El tiempo que os conozco me habéis tenido amargado, y no va a pasar de hoy el que os diga lo que pienso de vos, pobre mentecato. Sois un montón de carne, por los perros masticado, sin poderos digerir, tuvieron que vomitaros. Así que ya sabéis ahora cual es mi estima por vos. No me lo toméis en cuenta, pero...

D.D: Según quién diga las cosas se hace mas o menos caso. Así que ya en este plan vamos a sincerarnos. A mí me importa un pimiento vuestra estima y posición. Sois un patán sin principios y ninguna educación. Tampoco me importa un bledo lo que vos penséis de mí, pues mis principios me impiden deciros lo que pienso yo de vos, por no herir vuestros sentimientos, si es que os queda alguno. Así que en vuestro beneficio, me abstendré de amargaros, y trataré de ayudaros.

D.P: Don Diego, os ruego me perdonéis, porque me habéis convencido. Me habéis dado en las narices por haber sido un engreído. Aquí presto esta mi mano, y olvidemos lo dicho.

D.D: Don Pedro, lo dicho ya está olvidado, y también ofrezco mi mano. Y como el refrán dice: "vale tanto un buen amigo como un buen vecino, narices".

La Conciencia

¡Déjala, no la despiertes! que duerma un poco más
contemplala sin recato,. pues es lo mas cerca de ella
que jamás podrás estar. ¡No interrumpas su sueño!
Deja que pueda soñar, con grandes praderas verdes
con ríos de gran caudal, con aves de mil colores
y el hermoso colorido del bello pavo real.
Que la endulcen con sus trinos. ¡Déjala que está soñando!
con ciervos y con gacelas, que con graciosos saltos
se van acercando al torrente, para poder abrevar.
No turbes su dulce sueño. Déjala, déjala soñar...
Hazle caso a tu conciencia, hazle caso una vez más.
No la fuerces que te quiera. ¡Eso no lo hará jamás!
¿Cuantas veces rechazado, me viniste a implorar?
a requerir mi consejo, por no poder soportar
el rechazo de tu amada, que no lo será ¡jamás!
Hazle caso a tu conciencia. Contentate en contemplar
y velar su dulce sueño, si la quieres de verdad.
¡No interrumpas su sueño y déjala descansar!
Temo que si la despiertas, hasta te tenga que odiar.
¡Déjala, no la despiertes! Con amor contemplala,
es lo mas cerca de ella, que jamás podrás estar.
Yo, que soy tu conciencia, te trataré de ayudar
para mitigar tu pena y la puedas olvidar.
Mientras muerdete los puños, y cesa de sollozar
ahoga tu profunda pena... Y déjala soñar.
Xilxes, julio 2007