En una gran ciudad
en una calle cualquiera
un andrajoso mendigo
con sus sarmentosas manos
aporreaba un violín.
Con tanta saña lo hacía
que las notas que lanzaba
eran tristes, desgarradas.
Laceraban los sentidos
mas que notas eran chirridos
como angustiosa protesta
por tener que haber nacido
en un mundo desalmado
en el que no quería vivir.
Sin familia, sin amigos
sin nada para su sustento,
su salud deteriorada
sin nadie que le ayudara
el pobre viejo pensaba:
¿yo siempre he vivido así?
Apenas si recordaba
si vivió tiempos mejores
por mucho que se esforzaba
nunca lo llegó a saber...
Una cruda noche de invierno
abrazado a su violín
se cobijó entre cartones
con lágrimas en los ojos,
se quedó mirando al cielo
suplicándole al Altísimo
que lo llevara con Él...
A la mañana siguiente
empezó a pasar la gente
con prisas, indiferente,
le miraban de soslayo,
comentando sin amago
de sentimiento:
¡Pobre viejo, ya ha dejado de sufrir!
Un niño pasó con su madre
acarició su mejilla
"¡Mamá, está muy frío!"
Quitandose su bufanda
se esforzaba por taparle.
"Vamos, hijo, él ya no siente nada"
¿No es un hecho deplorable
que tenga que ser un niño
quien tenga que demostrar
con su cándida inocencia
un poco de humanidad
sin morirnos de vergüenza?
oct./07
15 oct 2007
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