3 nov 2007

APRENDAMOS DE LAS AVES

Cuántas veces hemos visto
cuando miramos al cielo
grandes grupos de avecillas
que con velocidad endiablada
cambian mil veces de rumbo
formando en el azul del cielo,
y cambiando en un segundo
en un sinfín de arabescos
con matemática precisión
sin chocar unas con otras.
¡Son dignas de admiración!
Estos seres diminutos
nos enseñan en minutos
lo bonito de la unión.
Y cuando son migratorias
todas en formación
se dirigen hacia el norte
o el sur, según la estación.
Todas hacen una piña
para llegar al destino
y buscar el sitio idóneo
para elaborar su nido.
Defienden a sus polluelos
aunque les cueste la vida.
Unas pescan, otras matan,
es el instinto el que les manda.
La mayoría de las veces
lo hacen por supervivencia.
No son como los humanos,
son seres nobles, con pureza.
¿Acaso el ser humano tiene esos dones?
¡Jamás!.
No es capaz de caminar
cuatro pasos junto a otros
si no le mueve el deseo
de sacar algún provecho,
de robar para su lucro,
de matar, algunas veces por gusto.
Las aves que van formando
estos bellos arabescos
todo lo hacen por instinto,
pues nadie las enseñó.
Estas cosas no se aprenden,
hay que nacer con ellas,
y estos seres diminutos
nos enseñan a creer
lo que el mundo puede ser.
De todas estas conjeturas
que parecen cosas tontas
no pensaríamos lo mismo
si supieramos con certeza
que andamos hacia el abismo,
por nuestra mala cabeza,
sin poderlo remediar.
¿Si Dios nos creó castos y puros,
nobles, buenos,sin malicia,
por qué no seguimos lo mismo?
Sin rencores, sin envidias,
sin odios, sin soberbia...
Si no somos razonables
y encontramos solución,
el día menos pensado
terminaremos todos
de comida para aves,
y eso bien lo sabe Dios.
Vlc. 2/3/07

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