INTRODUCCIÓN: Dos seres que se quieren mucho. A los 15 años ella sufre un rara enfermedad y tienen que aislarla del mundo para mantenerla con vida. Él todos los días iba a ver a su amada. Se sentaba delante de la burbuja y se pasaba horas y horas contemplandola y sufriendo, viendo a su amada sufrir y que se le escapaba la vida y él sin poder hacer nada. Ella llevaba mucho tiempo encerrada, se le hacía insoportable. Viendo sufrir a su amado consumiendose de rabia y de impotencia por no poder ayudarla, tomó una decisión:
-¿Cuántos años llevo aquí
encerrada en esta cárcel de cristal?
Dímelo tú, Tomás.
-Ten paciencia, mi cielo
no me hagas sufrir más.
Mirándote me paso el día,
no puedo hacer otra cosa
que sentarme a contemplar,
viendo como te consumes
y sin poder hacer nada,
mordiendome los puños
y escondiendo el rostro de tí
para que no me veas llorar
y acentuar tu sufrir.
-No tengo miedo Tomás,
aquí me siento muy sola.
Cada día que pasa
se acentúa mi pesar
y para seguir así...
prefiero terminar.
-¡No digas eso, mujer!
Sabes que los doctores
dicen que no puedes
hacer vida normal,
que si salieras de la burbuja
te sentaría fatal.
-¡Tomás, yo quiero salir!
¿Quieres tú peor final
que el de consumirme aquí?
Abre la puerta, Tomás
y llevame en tus brazos,
sabes que no puedo andar,
y llevame a aquel verde prado
en donde hace unos años nos amamos
y soñamos en mil cosas
que jamás podrán ser.
Abre la puerta, Tomás,
quiero salir a la vida
aunque tenga que pagar
un precio tan elevado,
quiero tenderme en la hierba
y retozar sobre ella
como hacíamos los dos,
quiero abrir los ojos,
contemplar los rayos de sol,
sentir su calor en mi cuerpo,
oir el murmullo del arroyo,
el dulce canto del ruiseñor
llamando a su amada
para aparearse y procrear,
quiero ver las golondrinas
por el espacio volar,
oir el croar de las ranas
en la charca del manantial,
contemplar el cielo, las nubes...
llenar mi pecho de aire
cargado de mil perfumes,
deleitarme con las cosas
que disfrutan los demás,
llenar mi cuerpo de vida,
acariciarte, Tomás,
quedar dormida en tus brazos,
no deseo nada más.
Esto es lo que deseo
aunque tenga que pagar
el precio que me anunciaron.
Para poder disfrutar
por estas migajas de vida
que tengo que mendigar,
¡aprietame fuerte, Tomás!
y sécate esas lágrimas,
no quiero verte llorar,
piensa que fuí una brisa
que te acarició al pasar,
y que se alejó despacio
para no verte llorar.
Arrullame en tus brazos,
cubre mi rostro de besos,
duermeme en tu regazo,
y cuando cierre los ojos...
...que no te oiga llorar.
6/12/2008